Soñé que caminabas seduciendo al viento, el mar a tu paso escupía suspiros y angustias. Llevabas debajo de tu piel alegrías pasadas y pesares de ninfas olvidadas, de musas quebrantadas. Pero persistías en tu andar con tus ropas como piel y tu mirar de suicida encantador escalaba mi cordura. Venias de lejos porque te conozco de siempre y te tengo desde nunca. Ya solías morar mis vidas pasadas con suaves agites, tormentos, delicias, sabores, recuerdos, miradas, inviernos, deleites de moribundos olvidados, de sal, de azufre, de morbosos deseos, de amores, de perversiones, de canciones, de pasajes, de alegrías, de compañía desoladora y de impresiones que se incrustan en tus pies al pisar la arena.
Es bastante ya mirar a tus ojos mientras sonríes, mientras el sol juega a las escondidas en tu locuaz vestido. Purpura. Me lamento y te lamentas, me acerco y me acoges con suave calor, con una ruda delicadeza que expresan tus brazos al cobijarme. Siento entonces, como es diferente, no es mujer, no es humano, no es pedestre, no me pertenece en esta vida. Como suele suceder con lo etéreo me dejas absorto, haces de mi piel un manojo de sensaciones, de alucinaciones que se pegan a tus ojos, a los míos… no te beso, no me besas, te miro y me abrazas, te hablo y creo no escucharte.
Daría una vida entera de soledad y tortura a modo de pago para adquirirte, para marcarte mía bajo la rudeza de las olas y el fortuito desaire de tu vestido al viento. Pero es demasiado para este hombre cansado y he de esperarte en vidas venideras, aun cuando sólo se me conceda tenerte en sueños y verte como ahora, pues nada temo más que despertar y saber que tengo la nada encerrada en mis dedos, en mis riquezas para hacer tributos, para dar un cumplido a tan monstruosa belleza, tan encantadora deidad...
(Fragmento de "El Diario de Eliseo", capitulo 1, terminado)
Categories:
Poema
