Voy hablar de una mujer; no escribiré su nombre porque no quiero acordarme, pero le llamaremos "Calamidad". Ella es una mujer como todas las demás, posee cualquier característica común y carece de recursos extraordinarios para asombrar a los eventuales observadores, sin embargo, es acá donde encontramos su primera virtud, es común, siendo mi Calamidad y eso es una especialidad poco visible. Ella no es ruda, pero capaz de descomponer en pedazos cualquier intención que se atraviesa en su camino, incluso si tiene que llorar y las vicisitudes desaparezcan. También cabe resaltar que Calamidad es una experta en nada, hace todo sí, termina poco cierto, pero nunca hay nada que no se haya planeado o no se haya intervenido ya; es una experta en hacer cualquier cosa con las más avanzadas técnicas de la observación repentina y el cierre de ojos intermitentes. Tal vez una de los aspectos más relevantes de Calamidad es que sus manos no son manos, son objetos multifuncionales, con ellas puede hacer un pastel que se desarma, llevar de la mano o incluso puede sorprender con alguna manualidad al despertar para alegrar el día, sin dejar de lado nunca esos mismos objetos o extremidades, siendo también sus armas predilectas en el momento del desangramiento. Ella puede hacer las veces de un precipicio, derrumbadero o peñasco si la intención o la ocasión lo amerita. Sus piernas se asemejan mucho a dos deidades pasivas, aunque comúnmente se les puede entrever el gusto desbordante por torturar algún cuello incauto, de costumbre con la forma más dulce y sutil. El resto de su cuerpo, la zona media fisiológicamente normal, pero con un poco de esfuerzo despreciable se puede ver con claridad que lleva un orificio pequeño en la zona del abdomen, Calamidad lo llama ombligo, pero dado los efectos que ha traído he decidido llamarlo “Perdición” u “Orificio Suspicaz”.
Cuando se intenta observar su cabeza o cuello resulta ser superficial, podría decirse a simple vista, pero es notorio que sus ojos azules (en verano) o verdes (en invierno) o incluso sus ojos grises (en otoño) provocan cierta curiosidad y, es de esperarse porque lleva el infierno dentro o al menos es lo que parece cuando se está en la proximidad de su boca, que es la cavidad tierna, carnosa, dulce, adictiva y feroz que hay exactamente en lo que ella llama rostro. En medio de las dos anomalías faciales ya mencionadas está su nariz, es una especie de monumento a la esperanza, se levanta con hostilidad y sin reparo de la forma más espléndida que se pueda apreciar en lo desconocido. Su piel como sus ojos son extremadamente condicionados a su entorno, por norma se le ve recubierta de una capa blanca por todo el cuerpo, pero en el sol es de color canela e incluso en la oscuridad se aprecia su color más penetrante y salvaje, siempre conservando la benignidad. Su cabello a diferencia de los anteriores y en contra de cualquier pronostico es inmutable, siempre conserva el enredo (delicado y atractivo) y el color amarillo (rojizo, algo claro, exactamente); aunque a veces pareciese que le molestara, siempre se empeña en que le toque el cabello al momento de la cercanía.
Su forma de actuar es muy flagrante y siempre se puede afirma lo mismo: no se sabe nada de ella. Lo demás es un manojo de sorpresas, puede ser la sensibilidad casual de un pez a final del invierno o el potro salvaje en comienzos de la primavera donde se hace natural su estado más escapista y volátil. Sin manual alguno, es una majo de contradicciones (usualmente dulces) y un dificultoso rompecabezas (imposible, apasionante). Calamidad es todo cuanto se ve y tal vez, con extrañeza, más que una observación por perderse en ella en más de una ocasión. Todo esto no la hace extraordinaria, de hecho se puede asemejar mucho a las demás mujeres, pero ella posee un don sumamente único y está basado en nada, en su capacidad fantástica de no dejar ver un sólo defecto; la perfección no existe, en general puede ser un hecho puramente subjetivo o circunstancial, pero en todo momento ella puede hacer que omita sus defectos, de la forma más perversa, inusual y sorpresiva.
En medio de rasgos, cualidades y visiones se logra ver las fascinaciones dentro de un océano vasto de ideas y exaltaciones.